Friday, June 24, 2011

Aballay, un western gauchesco.

Aballay Trailer from agvisual on Vimeo.
  Se acaba de estrenar en Argentina (06/23/2011) “Aballay”, un estilizado western gauchesco, dirigido por Fernando Espiner. La historia gira en torno al personaje que da nombre al film, un gaucho mal llevado, resentido, ladrón, asesino. Luego de matar salvajemente a un hombre, la mirada aterrorizada del hijo de su víctima le dio conciencia de su salvajismo, de su falta de humanidad. Y ese golpe llenó a Aballay de confusión, de horror por sí mismo.



 En ese estado, Aballay oyó hablar de los “estilitas”: gente que, para alejarse de la tierra en que ha pecado y acercarse a Dios, decidía hacer una particular penitencia: subirse a una columna, y no volver a bajarse de ahí por el resto de su vida. En el campo argentino del 1900 no había columnas. Entonces Aballay decidió no volver a bajar de su caballo. Pasan los años. Aballay cumple su promesa. No toca el suelo. No vuelve a asesinar, ni a robar. Hace rigurosa su penitencia. La gente empieza a hablar de “El Pobre”, de “El hombre-caballo”, y su imagen empieza a tomar ribetes legendarios. Se convierte, ante la mirada de la gente, en una especie de santo. Pero la mirada de ese niño no lo abandona, y él sabe que en cualquier momento lo va a buscar. Y lo va a encontrar.



Aballay es también un nuevo abordaje a la “gauchesca”, redescubriendo al gaucho como personaje, con la liturgia de sus armas, su relación con la ley y su íntima vinculación con el caballo, protagonista fundamental de la colonización. Aballay retoma un género con una tradición que, entre otros títulos, abarca "Nobleza Gaucha" (1915), primer éxito del cine Argentino; "Pampa bárbara" (1945), de Lucas Demare y Hugo Fregonese; y "Juan Moreira" (1973), de Leonardo Favio. La estética del western es en este caso muy acertada, ya que hay coincidencias geográficas y sociales entre la vida rural del lejano oeste norteamericano y la pampa sudamericana: grandes extensiones no conquistadas, hombres que viven a caballo y una ley ausente, que deja lugar al culto de las armas y la pelea; el relato agrega los componentes de la venganza y el duelo, que es una problemática propia del género humano, abordando así una temática de alcance global.

 
Las Locaciones:

Cuenta Fernando Spiner, el director: “Cuando conocimos Amaicha del Valle en la Provincia de Tucumán, hubo varias cosas que nos sedujeron de ese lugar. El hecho de que lloviera muy poco durante el año era un elemento importante para un film como el nuestro, donde abundan los exteriores. Los lugares que encontramos nos gustaban y se adecuaban a lo que buscábamos. La localidad de Amaicha contaba con la infraestructura necesaria para alojar a los setenta integrantes de nuestro equipo. En esa ocasión supimos que las tierras pertenecían a la Comunidad de los Indios Amaicha, poseedores de una cédula real de 1716 que se las adjudica.”

“Tuvimos el tino de pedirles su permiso para filmar allí, y ahí se nos abrió un nuevo universo. El primer encuentro fue entre el Cacique Eduardo Nieva y su Consejo de Ancianos, y el director de fotografía, la directora de arte, el director asistente, el productor ejecutivo y el director de la película. Muchas fueron las coincidencias, y el entusiasmo que provocó este encuentro hizo que nos llevaran a conocer lugares secretos de increible belleza, pero de muy difícil acceso. Hicimos un acuerdo para arreglar los caminos de acceso a esos lugares de manera que a ellos les permitiera explotarlos turísticamente en su pequeña escala, y a nosotros nos permitiera acceder con todos nuestros equipos.”
“En ese lugar construimos una pulpería que luego de la filmación se transformó en un centro cultural de la Comunidad Amaicha, llamado Aballay. Alquilamos sus caballos, aperos, y ranchos de adobe para el rodaje de la película, y muchos de ellos actuaron en la película como habitantes de “La Malaria”, “peregrinos de la procesión” y también como actores en la “banda de Aballay”. El indio de la película llamado Pastrana es el heredero del mítico Juan Pastrana que en 1872 viajó a caballo hasta Buenos Aires a pedir al poder ejecutivo nacional que interviniera para que los indígenas de Amaicha no fueran desalojados.”

“Al iniciar el film, la gente de la comunidad hizo una fiesta de la Pacha mama para bendecir la película. De ambos lados cumplimos con los acuerdos pactados, y disfrutamos de una vivencia cultural que nos enriquecía mutuamente. Al terminar la película sabíamos que esa experiencia sería inolvidable para todos. Las palabras del Cacique en su saludo de despedida fueron muy conmovedoras para nosotros. Nos dijo muy emocionado: “Después de esta experiencia, volvemos a creer en la palabra.”  El 27 de octubre de 2010, inaugurando el Festival de Cine de Tucumán, “Aballay” fue proyectado en la Plaza de Amaicha ante los habitantes del pueblo y los miembros de la Comunidad que participaron de la filmación, muchos de los cuales nunca vieron una película.”


Aballay (El cuento)
El cuento Aballay fue escrito en la época en que Antonio di Benedetto (1922-1986) (periodista y escritor nacido en Mendoza, Argentina) estaba preso por la dictadura militar, y luego publicado en el libro Absurdos, en 1978. Adelma Petroni, una escultora amiga del escritor, cuenta que, como no lo dejaban escribir, ideó un sistema para eludir la vigilancia. Le escribía cartas a ella, en las que ponía: “Anoche tuve un sueño muy lindo”, y a continuación redactaba un cuento en letra microscópica. De ahí salieron los cuentos de Absurdos, y gracias al adelanto que le diera el editor, una vez que salió de la cárcel pudo viajar por Europa, y luego instalarse en España.
En la crítica que hace el diario El País de España, en ocasión de la edición en el 2007 de una antología de Di Benedetto, el crítico E. Dobry anota: “Aballay -35 páginas que se leen con sorpresa indeclinable- (...) es la suma del Simeón de Buñuel y del Quijote, es el heredero de Martín Fierro, cruzado con el Sísifo de Camus”.
Julio Cortazar opinó sobre este cuento: “En ‘Aballay’, esta presencia desde el pasado se da como un juego óptico alucinante: el personaje se sitúa en el tiempo mental y místico de los estilitas, y el autor en el tiempo del personaje, la pampa argentina del siglo diecinueve. Un pasado próximo se hunde así en otro pasado remoto; de ese juego de ecos temporales nace, creo, la intensa reverberación de “Aballay”, su caracol ahondando en el oído del lector, una interminable teoría de retrocesos; y la gran maravilla es que se retrocede hacia delante, hacia cada uno de nosotros mismos con nuestras culpas y con nuestras muertes, con la esperanza de un rescate que hace del gaucho Aballay uno de tantos argentinos de hoy, de ahora”.
Por último, tras leer Aballay, Jorge Luis Borges le envió una carta a Di Benedetto, en la que decía: "Querido amigo: María Kodama me leyó su cuento en Madrid. Usted no se ha limitado a evitar victoriosamente los riesgos arqueológicos de una ficción que ocurre en otro tiempo. Usted ha escrito páginas esenciales que me han emocionado y que siguen emocionándome. Espero reanudar, aquí o en Europa, nuestro diálogo.”
Nuevo update Octubre 03, 2011: "Argentina presenta "Aballay" para los Oscars 2012":

http://www.culturalmenteincorrecto.com/p/noticias.html

Para más información, videos y fotos de la película visita su sitio oficial: